La imagen digital

Gabriella infinita

Gabriella infinita es una novela de Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz basada en su tesis doctoral. El relato ha ido cambiando desde sus inicios pasando por distintos estados: comenzó siendo un libro con texto convencional, más tarde pasó a ser un hipertexto y derivó en lo que conocemos hoy como una hipermedia o narrativa digital. Es una obra flexible o, como le gusta decir a su autor, en continua construcción.
En una actividad programada por el equipo docente para el mes de marzo teníamos que elegir una narrativa digital y comentarla. Se nos ofrecían algunos buenos ejemplos y estuve dudando en mi elección entre dos obras de Jaime Alejandro Rodríguez: Gabriella infinita y golpe de gracia. Las dos narrativas digitales tienen una calidad indiscutible y contienen claramente los objetivos que quería experimentar: estructura no lineal en la lectura, interactividad y medios diferentes de expresión en un mensaje multimedia bien cuidado.

Finalmente, opte por Gabriella infinita porque me resultaba más compresible para su análisis y quizás, también, porque es un hipermedia en el que la parte literaria tiene más peso (no en vano empezó siendo una novela convencional). Desde mi punto de vista no es un hipermedia puro, más bien sería una obra de transición y, por ello, conserva aún una forma más accesible y menos caótica para alguien que está empezando a entrar en contacto con este tipo de obras. Además, al ser una narrativa digital técnicamente menos refinada, me podía servir como referencia a la hora de crear nuestro propio relato. No hay que olvidar que, golpe de gracia, tiene partes que son prácticamente videojuegos y que exigen de la participación en el proyecto de auténticos programadores. Gabriella infinita es, en este sentido, más cercana, más viable como modelo de aprendizaje en la realización de nuestras narrativas digitales.

             

Al navegar por Gabriella infinita uno se da cuenta de que se trata de un relato con una estética muy coherente. Predominan los fondos negros y el texto picado en blanco o tonos claros, contrastando, las ilustraciones a todo color de formas estilizadas y trazo espontáneo. La interfaz es fácil de manejar, intuyendo el usuario sin problemas cuales serán los botones interactivos que lo transportarán a otros lugares. De todas formas, la web dispone de un mapa de navegación para no perderse por la narración y de videotutoriales para poder interactuar en el blog asociado que se convierte en un espacio para la expresión y el debate en torno a este hipermedia (existe la posibilidad de comunicarnos con el creador del relato a través de los comentarios que modera un administrador). También podemos disfrutar de la novela sin estar conectados a Internet ofreciendo las ventanas emergentes la posibilidad de ir marcando las páginas en favoritos para después visualizarlas offline, o bien, imprimir directamente los textos.

Después de la pantalla de introducción, el lector se encuentra ante tres puertas y en la encrucijada de que camino tomar. Da un poco de temor, como si estuviésemos en la entrada de un laberinto. Una vez que escogemos, la prioridad consiste ahora en encontrar un sendero que te lleve a la salida. A veces, el miedo te puede llevar a repasar los enlaces leyéndolos de izquierda a derecha: ruinas, mudanza, revelaciones; aprendiendo de memoria todas las conexiones para organizar el rompecabezas y salir airoso del aparente caos. Pero, cuando uno se va dejando llevar por las bondades de la obra, se da cuenta que los hipervínculos siempre conectan con la totalidad de la historia, articulándose, click a click, un significado del mensaje y una consolidación del argumento. Cuando has cogido confianza ya no temes saltarte algún enlace o quedarte en algún rincón más tiempo del debido disfrutando de algún texto, voz o vídeo.

La historia comienza situando a Gabriella Ángel, el personaje que sirve de nexo entre las diferentes partes de la novela, vagando por las calles destrozadas de Santa Fé de Bogotá (la ciudad se halla sumida en un conflicto militar). Busca pistas que le ayuden a aclarar porque ha desaparecido Federico (profesor de universidad del cuál se enamoró y padre del hijo que está esperando). Gabriella se encuentra con la habitación de Federico y, en ella, con algunos materiales que revelan partes de su vida. Vídeos, cuadernos, casetes y recortes de periódico que perfilan las inquietudes de su amante, su compromiso político y el espíritu romántico que lo ha llevado a intentar revitalizar toda una filosofía de vida (el de la década de los sesenta y setenta, el del movimiento Woodstock en EEUU). Gabriella descubre que, aunque Federico había pactado con ella tener un hijo, éste la ha abandonado para intentar reorganizar un movimiento disidente con la cultura establecida. Estos dos episodios y el de las personas atrapadas con Gabriella en un edificio bombardeado son tres momentos clave en una novela llena de ellos. Pero hay mucho más, porque Gabriella infinita es, ante todo, la narración que representa a toda una generación colombiana (muy interesantes al respecto los testimonios de audio de los compañeros Lucas, Fajardo, Guillermo, Eduardo y Molano).

Por último, comentar algo sobre el misterioso y extraño personaje de Antonio Rickerman, a quien nuestros protagonistas visitan en un momento dado de la historia. En el “Informe del Guerrero”, Rickerman se convierte en narrador de la historia de Gabriella y Federico con lo que esta narrativa digital parece, como el caso de aquellas muñecas rusas, contener una historia dentro de otra historia.






La narrativa digital.

Un narrador cuenta la historia que le sucede a uno o varios personajes cuando éstos desarrollan una determinada acción. Esta actividad recibe el nombre de narrativa y es un género literario. Cuando la historia es imaginaria, se trata de un cuento o de una novela; cuando la narración es real, se le llama crónica. Normalmente, la narrativa tradicional tiene una estructura lineal: presentación, nudo y desenlace. El lector va descubriendo la historia a medida que va leyendo y va siguiendo el itinerario marcado a priori por el narrador.
Sin embargo, en la actualidad ha surgido una nueva forma de hacer como consecuencia de la revolución tecnológica en la que estamos inmersos.
La narrativa digital consiste en afrontar un nuevo reto: contar una historia sí, pero organizándola en una estructura no lineal. La trama se articula en torno a redes y nodos (el ciberespacio y el hipertexto). Por otra parte, esta nueva forma de narrar debe permitir que el lector interactúe con la obra haciendo que ésta pueda transformarse a raíz de esta influencia. Por si fuera poco, los narradores digitales han de ser capaces de emplear las nuevas tecnologías como herramientas para construir el mensaje que, en consecuencia, pasa a ser de naturaleza más compleja, tomando un carácter multimedia y haciendo necesario que el trabajo sea colaborativo e interdisciplinar.